lunes, 16 de junio de 2008

22.- <<< HOYO DE MANZANARES





















RUTA: Circular de Hoyo de Manzanares.
LUGAR: Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.
DÍA: 16 de junio de 2008..
SALIDA: Intercambiador de Moncloa. Autobús 611. Dársena 32.
PARTICIPANTES: Paco, Félix, Melquíades, Carmen, Víctor, Fidel, Gregorio y Pepe.
ITINERARIO: La ruta comienza en la glorieta de Ruiz Jiménez y continua por la calle de Prado Cerbuno. Al final de ella hay una caseta de madera y dos caminos. Tomamos el de la derecha desde el que se observan a la izquierda Los Picazos, el Cancho de la Parra y el Estepar (o la Mira), el punto más alto. Además de encinas, enebros, pinos y algunos alcornoques, llama la atención la espléndida alfombra que cubre el terreno que dejan libre las piedras de granito. Hay una enorme variedad de plantas: cantueso, tomillo, mejorana, romero, jara, escaramujo, gamón… En las partes más bajas una pradera de flores de todos los colores cubre ambos lados del camino. Ya veréis el reportaje fotográfico que preparará Gregorio. Nos sorprenden las canteras de pórfido, cubiertas en su parte baja por el agua y la cantera de granito rosa un poco más adelante, actualmente vallada para evitar accidentes. Desde cualquier lugar del recorrido vemos un amplísimo paisaje. Al sur, los montes del Pardo y la ciudad de Madrid. Al suroeste destaca el palacio del Canto del Pico en Torrelodones. Después de pasar la carretera M-618, en el kilómetro 16, encontramos una majada bastante deteriorada y a continuación una serie de caminos nos hacen dudar sobre cual será el nuestro. Tomamos equivocadamente el de la derecha lo que supone acortar el recorrido y dejar para otra ocasión el Puente de Molinares y las peñas de Las Machorras.
El tableteo de las ametralladoras indica que bien cercano se encuentra el campo de tiro del ejército.
La amenaza de lluvia no se cumplió hasta que no estuvimos en el autobús de regreso por lo que, al estar el cielo cubierto, disfrutamos de una temperatura bastante fresca para esta época del año, muy agradable para caminar.
DURACIÓN: Poco más de tres horas y media tardamos en recorrer 11.5 kilómetros de un sendero en perfectas condiciones.
COMIDA: En el mesón restaurante Casa Chaqueta, Pº Mayor, 7, nos sirvieron un menú aceptable por 10 €. El primer perdedor a los chinos fue Melqui. El acompañante se decidió en desigual combate matrimonial entre Carmen y Pepe. Éste fue el derrotado.

17.- <<< ARANJUEZ

























RUTA: Los jardines de Aranjuez
LUGAR: Aranjuez
DÍA: 19 de mayo de 2008.
SALIDA: Estación de Pitis a las 8 h. y trasbordo en Atocha.
PARTICIPANTES: Jesús, Pilar, Fidel, Encarnita, Carmen, Gregorio y Pepe.
ITINERARIO: Había sido programado el trayecto por Gregorio, gran amante y conocedor de Aranjuez, por lo cual en vez de una ruta de senderismo hicimos más bien una documentada visita cultural, y por tanto con un ritmo más lento para contemplar mejor palacios, fuentes, jardines, río, fauna y flora.
El Palacio Real con su entorno, su amplísima y bella plaza y arcadas fue el objeto del primer tiempo de la visita. En el Jardín de la Isla nos fijamos especialmente en las estatuas que coronan cada una de las doce fuentes, punto de atención del numeroso equipo fotográfico que, con Gregorio al frente seguido de Carmen, Pilar y Jesús, no dejó ningún detalle fuera del objetivo. Así, Ceres, Neptuno, Apolo, Venus, Baco, Diana, Leda y otros personajes mitológicos, además del delicado y tierno Niño de la Espina, quedaron en el reportaje que acompaña cada una de nuestras salidas.
Patos y cisnes se agrupaban en la cascada que forma el río y en los estanques del Jardín del Príncipe. Aquí, además de los rosales y la variadísima cantidad de árboles de una altura extraordinaria, vimos unos pavos reales que no estaban muy dispuestos a desplegar sus colas ante la ausencia de ejemplares del otro sexo en las cercanías. A la hora de la mortadela hizo aparición una simpática ardilla que con excesiva confianza se autoinvitó, saltando por nuestros cuerpos y comiendo todo lo que tenía a su alcance. Hasta los paseantes habituales se sorprendían al observar la escena. Después de ver la Casa del Labrador, y a paso más rápido, por la vía pecuaria que discurre por el exterior de la verja llegamos al Puente de la Reina y giramos a la izquierda pasado el Tajo, siempre a la sombra de los árboles que, plantados cada tres metros, formaban un pasillo que invitaba al camino. El reloj nos aconsejaba iniciar el regreso si queríamos llegar a buena hora al restaurante y nosotros somos obedientes. Es lo que hicimos.
Fue una mañana muy agradable, con excelente temperatura, vegetación refrescante por las recientes y abundantes lluvias, con evocaciones al maestro Rodrigo, al Río que nos lleva, y hasta animamos a un grupo de alegres estudiantes que practicaban el piragüismo.
DURACIÓN: La primera parte de paseo por los jardines nos llevó más de tres horas. Por la vía pecuaria y calles de la ciudad anduvimos otras dos horas con lo cual en la estación los podómetros marcaban 18 kilómetros.
COMIDA: El restaurante que n os habían recomendado estaba cerrado. Comimos en El Pontarrón, calle de San Antonio, un menú por 8.50 euros, aceptable. Celebramos el cumple de la primera semana de Abel. Felicidades.

21.- <<< LA PEDRIZA

RUTA: Paseos hasta la Charca Verde
LUGAR: La Pedriza.
DÍA: 9 de junio 2008.
SALIDA: Intercambiador de Plaza de Castilla, Autobuses Hdos. de J. Colmenarejo, 9 horas. Línea 724, Planta 3, Dársena 26.
PARTICIPANTES: Melquíades, Víctor y Pepe.
ITINERARIO: La resaca del Camino dejó a los senderistas con secuelas de primer grado que llegaron hasta este lunes. Esto, unido a otros avatares de la vida cotidiana que también coincidieron, dio como consecuencia que en el autobús de salida solamente estuviéramos Víctor y Pepe. Melqui, más madrugador, nos esperaba en Manzanares. Mucha, mucha, mucha agua cayó sobre nuestras capas y paraguas hasta que, de regreso a Manzanares, llegamos a la avenida de La Pedriza. La Charca Verde rebosaba formando cascadas sobre las piedras brillantes. El río estaba bravo, sonoro y juvenil. El cielo cerrado y amenazador. El colorido lo daban jaras y rosales silvestres. Un nutrido grupo de cineastas esperaban pacientemente que las condiciones climatológicas les dejaran filmar las escenas de alguna serie televisiva. Cuando volvimos por el mismo lugar seguían esperando.
Avivamos el paso y acortamos el trayecto programado, de esta forma llegamos con tiempo suficiente para tomar un vino y comer tranquilamente
DURACIÓN: Tres horas y media y un recorrido de 13 kilómetros. Dificultad BAJA.
COMIDA: Un buen cordero asado, dentro del menú de 10 euros, y unos chupitos nos dejaron el cuerpo a gusto y la amistad reforzada. Fue en el restaurante La Charca Verde, junto a la iglesia y la parada del autobús.

domingo, 15 de junio de 2008

20.-<<< CAMINO DE SANTIAGO: LEÓN-SARRIA. 2.oo8


ETAPA 2008 DEL CAMINO DE SANTIAGO
LEÓN-SARRIA
EL CAMINO

Como este año no me ha sido posible acompañaros en el camino no pude hacer esa reflexión trascendental que se espera de un filósofo. Pero he encontrado en un libro que he leído como ayuda para enfrentarme al duro y largo proceso de enfermedad familiar ( Ars moriendi- vivir hasta el final- escrito por un médico de la Paz, que se dedica como psiquiatra a enfermos terminales y sus familias) un apartado dedicado a una de esas actividades humanas como el “hacer caminos”. Pasear, hacer marchas en grupo o solos, viajar son varias técnicas que el psiquiatra aconseja para recuperar el sentido y la cordura en momentos difíciles.
Como homenaje y agradecimiento os lo copio y dedico.

Caminar es “ir hacia”, en búsqueda de algo o de alguien, y a veces sin saber lo que se busca, pero buscando. Ni el paseo ni la marcha tienen lo que el camino: una alta carga simbólica. El camino es “el viaje”ver y vivir otro mundo, otras gentes, otros paisajes, intuir el vínculo que existe entre lo universal y lo concreto, entre el grupo y el individuo, sentir que podía uno haber nacido de otra manera, en otro país, en cualquier lugar y tiempo, experimentar durante algunos días “·otra vida”...

El camino posee un significado arquetípico que interpreta al ser humano como peregrino en búsqueda de sus orígenes, o de la fuente de conocimiento, o del sentido de la vida, o de la fe, o del paraíso perdido. O en búsqueda de sí mismo. El camino es la proyección hacia fuera del camino interior, el del alma. Corresponde al tópico de que hay que recorrer necesariamente un camino fatigoso para hallarse a sí mismo.

Hasta el más pobre de los hombres debería tener la oportunidad de “hacer el camino”, ese viaje cuyo sentido está en hacerlo, en llegar a determinado sitio, de diversa solemnidad e importancia. El camino se convierte en peregrinación cuando importa el lugar a donde se va, lugares santos o con energía espiritual. Peregrinar es la metáfora del hombre que busca el lugar donde uno puede ser finalmente uno mismo, o ser feliz o reencontrar lo que se perdió.

Y asi tenemos el viaje por el desierto de los israelitas, el camino de Santiago, el viaje a la Meca, a Katmandú, a los polos..... El camino es como el exilio o el éxodo, incluso como la emigración: tiene un sentido de transformación, real o buscada, existencial en las vidas de quienes lo hacen. Todo viaje que no tenga la frivolidad turística de consumo como motivación, incluye ingredientes de transformación iniciática, queda en la biografía de las personas como un hito, marca.

En España existen miles de lugares mágicos en los que la belleza abre paso a una sensación de trascendencia, a lo “sobrenatural”, se impone como una ruptura con lo cotidiano: consumo, información, técnica, trabajo, familia, rol. Siempre los monasterios, hoy en ruinas, han estado en lugares de una atracción más allá del paisaje, que sobrecoge. Por si fuera poco en nuestro Norte geográfico se halla Compostela, término del camino por antonomasia, abierto al espacio, al sol, a la noche, al encuentro, al hospedaje, pero también al gozo, a la soledad, al silencio y al sobrecogimiento. Y, antes, la compañía, el esfuerzo, el dolor ,el cansancio, la llanura inmensa o el bosque cerrado, la catedral y el pueblo semiabandonado, la autopista y las ruínas, el ritmo de andar y la quietud de pensar sin tiempo, la posada y el desamparo, el deseo de llegar mezclado con el de prolongarlo, camino en fin. Metáfora de la vida misma.


Un abrazo. Melquiades


SALIDA: 26 de mayo, lunes.-
Madrid-León. Tren ALVIA. 6.50 horas. Llegada: 9.30 horas.
A las seis y media estábamos citados en la estación de Chamartín los participantes en esta etapa: Pilar, Isabel, Gregorio, Félix, Fidel, Encarnita, Carmen y Pepe. La mayor preocupación durante el viaje fue el negro pronóstico sobre el tiempo que nos esperaba. La observación del cielo nublado no invitaba al optimismo.

1ª.- León –Villadangos del Páramo. 20 km.
Llegados a nuestro destino y, previo café en un bar frente a la estación, mal asesorados por un despistado leonés y unas engañosas flechas amarillas, nos encaminados hacia la plaza de toros y carretera de Astorga. Nos acompaña un amable caminante, con una bicicleta del ramal, maravilloso vehículo para el descenso del regreso, que nos hace más llevadera la dura y ruidosa subida por la N-120 hasta la Virgen del Camino A nuestra derecha habíamos dejado Trobajo. El Santuario fue remodelado en 1961. Las estatuas de los doce apóstoles y la Virgen son de bronce, de 6 metros de altura y 700 kgs. Son obra del escultor José Mª Subirachs. Hubo parada, fotos y visita al interior de la iglesia muy del agrado de todos los peregrinos. La ligerísima lluvia que nos acompañará en algunos momentos nos obliga a colocarnos las capas de agua.
Hay que dar una gran vuelta para salvar la rotonda de la autovía y continuar por un andadero paralelo a la carretera. El paso por Valverde de la Virgen y San Miguel nos lo ameniza Carmen con sus recuerdos infantiles de los veranos pasados aquí. Las espadañas, construidas de ladrillo en todo el Páramo, lucen más nidos de cigüeñas de los que podría colocar cualquier decorador.
A la entrada de Villadangos del Páramo se encuentra el colegio con unas instalaciones deportivas estupendas. El pequeño campo de fútbol luce un excelente césped. Nos dirigimos al albergue municipal para dejar las mochilas e instalarlos antes de la comida, teniendo en cuenta la hora tardía a que llegamos. Comemos en el restaurante La Vega que atienden las jóvenes hospitaleras. Probamos el botillo aunque es más típico en próximas tierras. La Iglesia Parroquial dedicada a Santiago tiene una soberbia espadaña con torreón adosado y una fachada enlucida y pintada con poco acierto. En las puertas hay tallados dos relieves que representan la victoria de Ramiro I sobre Abderramán II en la batalla de Clavijo. Una verdadera joya que tal vez habría que proteger mejor.
La carretera que atraviesa el pueblo debe contribuir a acortar la esperanza de vida de sus habitantes, pues no hay un solo paso de cebra, resalto o semáforo, que haga aminorar la marcha a los vehículos. Una suerte llegar a la otra acera.
Por la tarde llegó Paco en bicicleta. Iniciamos los cursos de aprendizaje de mus.

2ª.- Villadangos – Astorga. 28 Km.
Como el camino a recorrer era largo, salimos de madrugada con el fin de desayunar a unos doce kilómetros. El interminable sendero llano discurre junto a la carretera y nuestro paso es muy rápido. Pasamos por San Martín que tiene su iglesia dedicada al Obispo de Tours. Hacemos una media de seis kilómetros en este trayecto.
Merece la pena el esfuerzo. Al lado del restaurante nos encontramos uno de esos lugares mágicos que han sobrevivido al tiempo: Puente de Órbigo. Es de origen romano, con 19 arcos. Aquí Don Suero de Quiñones retaba a todo caballero que pasara por él en 1434. Las fiestas del Passo Honroso se celebran a partir del 6 de junio, por lo que el escenario de las justas está casi preparado. Gregorio ha dejado constancia fotográfica de la belleza y autenticidad del lugar.
A la salida de Hospital de Órbigo, un cartel nos indica la carretera o un trayecto mayor por el camino que pasa por Villares y Santibáñez de Valdeiglesias. Optamos por el segundo que discurre, en una primera parte, por una bien cultivada vega, y después por unas lomas que se van elevando y nos permite contemplar el paisaje abajo en toda su amplitud y verdor primaveral.
Atravesamos una gran llanura antes de divisar nuestra meta. Así llegamos al Crucero de Santo Toribio, donde el Obispo de Astorga se sacudió el polvo de las sandalias. Nosotros no tenemos fuerzas para descalzarnos, así que iniciamos el descenso con ganas de llegar a Astorga.
La puntilla final es la cuesta hasta la plaza de San Francisco, donde se encuentra el Albergue de Peregrinos de las Siervas de María. Nos inscribimos y acomodamos antes de ir a comer. En Las Termas sirven el mejor cocido maragato de la comarca y si además somos atendidos por su dueño, Santiago, que responde a todas nuestras preguntas con amabilidad exquisita, la comida resulta perfecta. Para que no falte nada nos invita a una queimada insuperable. De vuelta al albergue, acogedor y limpio, una ducha y una siesta nos dejan nuevos. Por la tarde, durante la visita a la Catedral de Santa María y Palacio Arzobispal encargado a Gaudí cae toda el agua del mundo, parte sobre nuestras capas.

3ª.- Astorga – Foncebadón. 25.6 km.
Seguimos por tierras surcadas miles de veces por los arrieros maragatos que hicieron del transporte su medio de vida. Pasamos por Murias de Rechivaldo. Dejamos a la derecha Castrillo de Polvazares, inmortalizado por Concha Espina en su novela La Esfinge Maragata, y coronada la cuesta nos espera Santa Catalina de Somoza donde desayunamos como siempre con buen apetito. A la altura de El Ganso, Isabel y Pilar descubren a una simpática cacereña, amiga de una sobrina, que se incorpora a nuestro grupo durante dos jornadas, aunque ella además tiene que agenciárselas para mover el coche. En la Posada El Tesín de Rabanal hacemos un alto para preparar el asalto a Foncebadón. El matrimonio de amables cantineros nos informa del paso de Paco camino del monte Irago. La idea de pernoctar aquí la desechamos con el fin de recortar en unos cinco kilómetros la etapa de mañana. Hay que decir que este pueblo nos impactó muy positivamente por sus bien arregladas calles y casas. Tiene una amplia oferta de albergues y restaurantes.
Muchísimo más arriba nos espera Foncebadón , polo opuesto del anterior, aunque con unas vistas impresionantes sobre toda la comarca. El Camino todavía no ha logrado mejorar su descuidado aspecto, aunque posee dos albergues privados y un restaurante. El parroquial, donde nos hospedamos, es frío, estrecho y destartalado. Con acierto ha colocado la hospitalera en sitio visible el cartel de Lo importante es el Camino, no la posada.
En el restaurante medieval Gaía, su dueño Enrique Notario, vestido a la vieja usanza, nos ofreció un menú acorde con el ambiente.
Hasta la hora de dormir hicimos tiempo en el bar de uno de los albergues.

4ª.- Rabanal – Ponferrada. 27.7 km.
De noche, bajo una fina lluvia, entre la niebla y pisando barro, iniciamos la subida hacia la cumbre donde se encuentra la Cruz de Hierro, lugar mítico desde hace siglos. Se cree que la actual cruz de hierro sustituye a la primitiva, instalada por Gaucelmo. Allí hicimos la tradicional ofrenda de piedrecitas y recordamos a los ausentes.
El cielo comenzaba a abrirse y nos dejaba contemplar uno de los más maravillosos paisajes del recorrido. Las montañas de alrededor, alguna con nieve, estaban cubiertas por un tapiz de plantas floridas, donde los brezales daban un tono especial.
Manjarín Está situado en un falso llano tras el que se vuelve a subir otra vez a 1.500 m.
Al llegar a El Acebo descubrimos otra de esas calles pintorescas, la Real, y un bien cuidado pueblo. En el restaurante del mismo nombre sirven unos bocadillos de la casa que ya tienen un éxito reconocido de 20 años de antigüedad. Según Gregorio, lo mejor del camino es cuando no andas, así que en estos momentos se cumplen dos placeres.
Después de Riego de Ambrós, la senda aumenta en dificultad por el fuerte descenso y por las piedras que hieren las plantas de los pies. Ante nosotros aparece una de esas estampas que llaman la atención incluso en el Camino. Narciso Jurado, natural de Chipiona, su burro y sus dos perros, el pequeño sobre el jumento, vuelve de su 7ª peregrinación a Santiago, siempre por la Ruta de la Plata, aunque este año el regreso lo hace por el camino tradicional. Al poco tiempo nos adelanta otro asno, al cual difícilmente sujetan dos franceses, y al que parece ser que todavía no han logrado enseñar el idioma.
Llegamos a otro gran pueblo, Molinaseca, atravesado por un río y éste por un puente desde el que está prohibido arrojarse a la piscina. Seguramente la que se forma cuando cierran una presa situada más bajo. Aprovechamos para hacer un pequeño descanso y curar los pies de Gregorio que ya le molestan demasiado. La entrada en Ponferrada nos la hace más difícil la señalización del Camino que nos obliga a trazar una amplia curva, tal vez con el objetivo de que veamos el puente medieval.
Nos instalamos en el magnífico Albergue San Nicolás de Flüe, con habitaciones de cuatro literas, amplios patios y una iglesia medieval dedicada a la Virgen del Carmen. Para que no falte nada, por las tardes, Víctor, un hospitalero profesional de la medicina, masajea y cura los pies de los sufridos peregrinos sin que acepte ninguna recompensa material.
Nos recomiendan el restaurante Mencía, donde sin preguntar lo que queremos empiezan a servir queso, jamón, langostinos, pasta, verdura, pollo, costillas de cerdo, panceta (…), pan, vino, agua, gaseosa, flan, café y no sé cuantas cosas más. Según el amabilísimo camarero Carbonilla, con la obligación de comerlo todo o habrá consecuencias. Sobra la mitad. Nos cobran 10 euros a cada uno.
Por la tarde hacemos el recorrido por la antigua Pons Ferrata: Basílica de Ntra. Sra. de la Encina, Castillo de los Templarios, Palacio, Arco del Reloj y Plaza del Ayuntamiento.
A pesar del hospitalero, los pies de Gregorio ya no aguantan más y decide el regreso.
Paco, desaparecido en la niebla a la salida de Foncebadón, debería esperarnos en Ponferrada, pero no hay señales de él.

5ª.- Ponferrada - Pereje. 28.6 km.
La hoya sobre la que se asienta El Bierzo mide unos 60 km. de largo y queda cercada por la cordillera Cantábrica, los montes gallegos y los montes Aquilanos. Diferente al resto de León, tiene un microclima más benévolo.
Antes de que abran la puerta del albergue ya estamos con la mochila a la espalda dispuestos a recorrer los kilómetros que nos separan de Pereje. Desayunamos en Columbrianos, más que nada para llegar con apetito a Cacabelos, donde nos espera la ración de tortilla recomendada por Enrique en La Moncloa, de la cadena de Prada a Tope, y una copa de vino del Bierzo. En el Santuario de la Virgen de las Angustias se conserva una imagen del Niño jugando a las cartas con san Antonio de Padua. Como no visitamos el Santuario no vemos la partida ni las imágenes. Tenemos camino por delante.
Más adelante hay algunos toboganes que ponen a prueba nuestra resistencia. Las cerezas que vende un campesino ayudan al senderista.
A la entrada de Villafranca del Bierzo se encuentra la Iglesia de Santiago, de estilo románico lombardo con su portada del Perdón en perfecto estado de conservación. Como nuestro objetivo es continuar hasta el pueblo siguiente, sólo hacemos una parada en la plaza de la localidad sin visitar más monumentos.
A pesar de la lluvia que empieza a caer, pensamos que es un acierto quitarnos los kilómetros hasta Pereje, pues la etapa del día siguiente puede ser muy dura. Circulamos por un carril amarillo, separado por un muro de la carretera.
El refugio municipal de Pereje es de los mejores de este año, con camas de madera acogedoras y buenos servicios. En la C.T.R. Las Coronas comemos estupendamente.

6ª.- Pereje – O Cebreiro. 23.8 km.
Salimos a las 5.45 h., noche cerrada durante un rato. El carril amarillo que habíamos dejado el día anterior es iluminado por la linterna que Encarnita lleva en la frente como si fuese por lo más profundo de la mina.
Tenemos margen suficiente de tiempo para hacer el alto del desayuno. Pasamos por Trabadelo con sus enormes castaños que flanquean la carretera. Un irreconocible animal cruza delante de nosotros. Hay quien dice que puede ser un lobo. La autovía está por encima de nuestras cabezas y el paso de los camiones hace un ruido característico sobre los viaductos. A continuación viene La Portela y Ambasmestas, donde se juntan los ríos Balboa y Valcarce.
Vega de Valcarce, está construida entre dos viejos castros, el de Veiga y el de Sarracín. Ante el agradable olor que sale de La Panadería, decidimos reponer fuerzas aquí mismo. Gran acierto. Dispone de un local adjunto al horno, muy nuevo y limpio, y la oferta de bollería colma los deseos del más exigente gourmet. Para que sea completo, sus dueños son especialmente amables.
Pasados Ruitelán y Las Herrerías, la gran subida que nos llevará hasta La Faba nos hace acordarnos de Contador y su subida al Mortirolo, estos días en el Giro. Descansamos al sol, los pies agradecidos, en la terraza de un bar que domina montes y valles. Con el desayuno lo mejor de la jornada. Hay que seguir subiendo y a nuestro paso por La Laguna de Castilla, último pueblo de León, la niebla empieza a rodearnos hasta O Cebreiro, donde entramos sin ver más allá de nuestras narices y con un frío invernal. Los albergues de la Junta de Galicia abren a la 13 h. así que hay que esperar un rato. La simpática hospitalera nos entrega una sábana y cubrecabecera como harán ya en todo el camino. Hay tiempo para ducharnos y acomodarnos antes de la comida que hacemos en La Venta Celta, buen pulpo y buen ambiente. Fuera, la niebla y el viento acentúan el paisaje misterioso del lugar, entre pallozas, con calles empedradas, dominado por la iglesia prerrománica de ábsides rectangulares de piedras negras y el museo etnográfico.
Acabamos el día con juego de cartas en una sala del albergue.

7ª.- O Cebreiro – Triacastela. 21 km.
Como fantasmas entre la niebla, iniciamos el día, aunque ya a la altura de Liñares el cielo empieza a despejarse y deja ante nosotros un paisaje de una belleza enorme. Distintas intensidades de luz dan gran variedad de tonalidades de colores de campos y valles. El peregrino del enorme monumento del alto de San Roque (1.270 m.) parece otear el camino, luchando al mismo tiempo con el viento.
Continúa el tiempo despejado a nuestro paso por Hospital antes de la durísima subida que tenemos que hacer para coronar el Alto de Poio. Es la hora de atacar los bocadillos de bacon , jamón o tostadas que nos sirven en el bar.
Empieza un largo y cómodo descenso y la Galicia más rural y desconocida surgirá detrás de cada bosque de carvallos (robles) o junto a cada una de las docenas de aldeas de piedra. Pero la balconada con excelentes vistas prometida está cerrada por la espesa niebla y, por tanto, la ruta no es perfecta. Pasamos Pondría, Vioduedo, Villoval. En As Pasantes hablamos con un lugareño propietario de varias casas, vacas en el monte y estabuladas y que durante la semana trabaja para la Junta. Un hombre feliz. Un grupo de 18 ciclistas nos adelanta sendero abajo.
Triacastela tiene una gran oferta de establecimientos dedicados a los peregrinos. El albergue de la Junta está muy bien. Tiene habitaciones con cuatro literas, terraza acristalada, está rodeado de vegetación y el hospitalero es muy amable. La comida y la cena la hacemos en un restaurante del pueblo.
De los tres castillos que dan nombre al pueblo no quedan ni ruinas. La iglesia muestra aún hechuras románicas, con una maciza torre sostenida por tres arcadas. Se accede a través del cementerio, con tumbas a los dos lados del camino que tienen rótulos de Familia(…), Casa(…).
Hablamos con una profesora que disfruta de un año sabático, hija de italianos emigrantes en París, que nos explica la motivación de muchos alemanes para hacer el Camino. Se debe a la lectura de un libro escrito por un famoso y guapo humorista de televisión, Hape Kerkeling, titulado Ich bin dann mal weg (Me marcho).

8ª.- Triacastela – Sarria.- 27 km.
La ruta histórica y la más directa pasa por San Xil, Alto de Riocabo, Furela y Calvor por aldeas perdidas y corredoiras hundidas en un túnel de pizarra y carvallos. Pero nosotros decidimos hacer la ruta que pasa por Samos y su famoso monasterio benedictino que, al final, por problemas de horario sólo visitamos por fuera. Nos supone bastantes kilómetros más, muy rompedores por los toboganes que nos hacen subir y bajar pronunciadas cuestas, pero hay que reconocer que algunos tramos son de una belleza extraordinaria. Hay largos trayectos paralelos al río Oribio, muy caudaloso estos días, que discurren por un corredor cubierto por las ramas de frondosos árboles cuya fotografía serviría para ilustrar cualquier libro que pretendiese atraer peregrinos al Camino.
En Sarria visitamos la Oficina de Turismo. Comemos en el restaurante Mar de Plata, donde nos permiten dejar las mochilas hasta la hora del tren, 23.35 h. Cenamos en el mismo establecimiento. Visitamos el Convento de la Magdalena con fachada plateresca, la Iglesia del Salvador, cuya base románica fue levantada hacia 1094, el Malecón y paseamos por las calles más céntricas del pueblo. También observamos el itinerario a seguir el próximo año desde la salida de la estación.
En el tren cada uno concilia el sueño como puede hasta las ocho de la mañana que nos deja en Chamartín.
Por este año hemos terminado, con excelente camaradería, buen ambiente y ganas de que llegue el siguiente.

¡¡¡ BUEN CAMINO 2009!!!